miércoles, 19 de febrero de 2014

He encontrado otra bicicleta en una casa en la que entré ayer. Ademas es una bicicleta con cuadro de chica y tiene una cesta en la parte frontal. Esta tarde se la llevaré a Ana, espero que le guste mi regalo.

Creo que debería hablarle a Ana de Patricia y explicarle porqué la tengo escondida y atada en el garaje de mi abuela.


martes, 18 de febrero de 2014

Ayer fuimos Ana y yo hasta el abandonado centro de Salud del pueblo, desgraciadamente no hallamos muchas cosas, aunque Ana llenó una bolsa de deporte que llevaba consigo. El botín aunque abultaba bastante no fue muy preciado. Jeringuillas, unas vías, un par de botes de suero, tres cajas de guantes, dos cajas de mascarillas y unos tubos de pomada.

Ana me dio una de las cajas de mascarillas a mi y me dijo que cuando saliera de casa debería de llevar siempre una puesta.

Todo ha ido bastante bien hasta que un par de muertos andantes han interrumpido nuestra aventura y hemos huido al oírlos corriendo hasta casa de Ana.



lunes, 17 de febrero de 2014

He vuelto esta mañana a casa de Ana , esta vez si estaba. Ella al igual que hago yo tiene por costumbre saquear las casas de los vecinos en busca de comida, agua, ropa y requisa cualquier objeto que pueda parecerle conveniente.

Hemos estado hablando sobre la enfermedad que ha asolado nuestra civilización. Me ha explicado muchas cosas aunque algunas de ellas no las he acabado de entender del todo. Por lo visto existen varias maneras de contagiarse, y aunque el virus es aéreo, lo cual significa que se propaga como una gripe o un constipado normal, hay personas que son inmunes a este efecto y sólo pueden desarrollar la enfermedad mediante contacto directo.

Esta tarde hemos quedado para ir juntos hasta el centro de Salud y revisar más concienzudamente las existencias y objetos sanitarios del centro. Ana me ha dicho que en el pueblo había una farmacia, pero que ahora está vacía, pues los soldados de la plataforma donde ambos estábamos se habían encargado de vaciarla un par de semanas antes.


domingo, 16 de febrero de 2014

He ido hoy ya tres veces hasta la casa de Ana pero no hay nadie. Está cerrado.

También he vuelto al garaje de mi abuela donde está Patricia, sigue igual, parece no afectarle en absoluto la no ingesta de alimentos. Me gustaría hablarle a Ana de Patricia pero no se si será una buena idea.


sábado, 15 de febrero de 2014

¡No estoy solo! he encontrado una superviviente, bueno de hecho ella me ha encontrado a mi. Paseaba con la bici por el pueblo cuando una voz ha llamado mi atención desde una ventana de un edificio de dos plantas.

Se llama Ana, tiene cuarenta y un años y es doctora. Hemos estado hablando durante un par de horas. Resulta que ella también estuvo en la misma plataforma que yo, pero cuando todo se fue a pique decidió volver a su casa.

Es bastante simpática, aunque no me ha querido contar nada de su familia. Por su expresión yo diría que algo muy malo ha pasado con ella.

También me ha pedido que no pase con la bici por delante de su casa, ya que por lo visto atraigo la atención de demasiados monstruos.


viernes, 14 de febrero de 2014

Ayer en una de las casas en las que entré, encontré una bicicleta mountain bike. La verdad es que me ha hecho mucha ilusión y me permite desplazarme de un lugar a otro con mucha más velocidad.

Me estuve dando una vuelta por el pueblo y la verdad es que fue muy gratificante además he localizado un pequeño supermercado, cuya puerta he visto que habían forzado así que se puede entrar dentro.

No he querido parar y entrar porqué cerca había dos de esos seres que, por cierto, se han quedado atónitos cuando me han visto pasar a toda velocidad con la bici.


jueves, 13 de febrero de 2014

Ayer estuve saqueando, sí, creo que esa es la palabra correcta: saquear, las casas de los vecinos, bueno, por lo menos aquellas a las que pude entrar, hay alguna que aún no he conseguido acceder. Creo que estoy haciendo un buen trabajo. Han sido ya siete casas en las que he entrado. Bueno, aunque en realidad debería de decir seis y la de la sorpresa.

La sorpresa me la he encontrado en la casa de la esquina de la calle. El método de entrar en ella ha sido el que he seguido con las otras casas. Saltar la valla, mirar si hay alguna ventana o puerta corredera de cristal y romperla. Hasta aquí todo bien, se podría incluso decir habitual, el teme es que dentro de la casa aguardaba una señora anciana que se había convertido en uno de esos monstruos y al oir el ruido de los cristales rotos ha aparecido en la cocina con ojos rojos inyectados en sangre. Por suerte no era muy ágil y me ha dado tiempo a salir a fuera y saltar nuevamente la valla.

Tareas para hoy: Hacerme con un spray o algún bote de pintura o similar para marcar la casa para no volver a entrar en ella.


miércoles, 12 de febrero de 2014

He estado pensando mucho en mi nueva situación. Esta vez tengo que ser más inteligente y hacer mejor las cosas. Recoger víveres y ropa está bien, pero creo que no es suficiente. Debería de tener también medicamentos, gasas y vendas, tampoco estaría mal tener uno o dos libros para saber un poco sobre los medicamentos.

En mi nueva lista de necesidades albergo también la idea de defender esta nueva casa. Intentar vivir el resto de mi vida escondido no es mala idea, pero debería de ser capaz de rechazar un nuevo ataque zombie. Estaría muy bien tener alguna arma, pero no se donde empezar a buscarlas.

Me gustaría también traer a Patricia hasta el garaje de esta otra casa, pero por ahora no se sido capaz de abrir la puerta ya que no he dado con las llaves de la cochera.


martes, 11 de febrero de 2014

Ya estoy instalado en mi nueva casa. No es que me sienta bien haciendo de okupa, pero dadas las circunstancias creo que es lo más sensato.

Además, desde aquí y con un poco de esfuerzo veo la casa de mi abuela, lo cual es bueno por si algún día regresara mi familia. Ahora que se que mi hermana esta viva aún guardo esperanzas de volver a verlos a todos.

He empezado a coger toda la comida y ropa que he ido encontrando en las despensas de las casas vecinas, mi plan es traerlo todo aquí.



lunes, 10 de febrero de 2014

He pasado todo el día inspeccionando las casas vecinas a la de mi abuela y creo que he encontrado una que me gusta bastante.

Está completamente cerrada y tiene rejas en todas las ventanas de la planta baja. De hecho para poder entrar en ella he necesitado subir por una escalera que he tenido que coger del garaje donde está Patricia y trepar por ella hasta el balcón del piso superior, una vez allí he roto el cristal con una llave inglesa que ´había cogido para tal afán.

Mañana haré me trasladaré allí. El olor de muerte aquí es asfixiante.
¿Porqué Patricia sigue viva? En fin, no es que desee su muerte ni nada de eso a pesar de que ella casi con toda seguridad desee la mía, lo que pasa es que no se que pensar.

¿Viven entonces estos seres para siempre? ¿Son inmortales?

Estas y algunas otras preguntas y el insoportable olor a muerte que hay en la casa me han obligado a tomar la decisión de que tengo que cambiar mi residencia. Además ahora que la alambrada ya no protege la vivienda este hogar ya no es tan seguro.


domingo, 9 de febrero de 2014

No quería hacerlo, la verdad es que me daba pánico y miedo entrar de nuevo en el garaje para ver el cadáver de aquella chica atado aún a la camilla. De hecho siempre creí que tras mi accidentada salida de esta casa hacía unas semanas, aquellos soldados la habrían encontrado y disparado matándola como al resto de sus congéneres, pero nada más lejos de la realidad.

Sigue viva, o mejor dicho, sigue muerta, bueno, no sabría bien como definirlo, lo único que puedo decir de ella es que sigue exactamente igual, es bastante evidente que desde mi marcha no ha comido ni bebido nada. Aunque esto, en su nuevo estado,  parece no afectarle en absoluto.

Capítulo 6: Regreso al hogar

El de ayer fue un día horrible. Tres horas después de partir, nos topamos con un grupo de muertos vivientes, era un grupo errante y aunque nosotros teníamos mucha hambre y nos hubiéramos comido cualquier cosa, ellos aun tenían más apetito que nosotros.

En cuanto nos detectaron, se abalanzaron sobre nosotros cual melé en un partido de rugby. Salimos despavoridos y nadie espero a nadie. Por los gritos que oí mientras huía de allí se que por lo menos cogieron a dos miembros de nuestra expedición.

Yo corrí campo a través sin ninguna dirección establecida aunque por aquellas curiosidades de la vida, tras deambular durante toda la jornada, mis gastados zapatos me han traído de vuelta al pueblo de mi abuela.

Aquí todo parece que sigue igual, aunque el hedor y podredumbre de un grupo de cadáveres apilados en la puerta de la casa se acumula e infecta la vivienda.


sábado, 8 de febrero de 2014

Hace dos horas que estamos caminando y todos estamos exhaustos, no solo por el camino recorrido sino también por la falta de alimento.
Nuestro grupo se ha separado en tres. Ayer marcharon un grupo de gente hacia la ciudad en busca de ayuda. Yo no me quise ir con ellos porqué no me pareció muy buena idea salir a fuera cuando sólo faltaban dos horas para que se escondiera el Sol. Además, recuerdo perfectamente, que la última vez que estuve en la ciudad, si no hubiera sido por la velocidad que me ofrecía la moto de mi hermana, me hubiesen cogido los monstruos.

El segundo grupo saldremos ahora en dirección oeste, se supone que a menos de cuatro horas de camino de aquí deberíamos encontrar una plataforma de ciudadanos como la nuestra.

El tercer grupo han decidido esperar aquí hasta que vuelvan los soldados.

viernes, 7 de febrero de 2014

Ayer tras nuestra desagradable sorpresa fuimos hasta la nave que hasta entonces nos había servido de comedor, pero al parecer esto lo habían pensado otros antes que nosotros. Así no queda nada, a penas un par de latas de conserva y que obviamente no dan para todos.

Me duele mucho la tripa.


jueves, 6 de febrero de 2014

Aquí no hay nadie, los militares se han ido.


Ayer hicimos como una especie de reunión todos los de esta nave. No podemos aguantar mucho más aquí cerrados. Todos tenemos demasiada hambre, sed y miedo.

Ya todo el mundo sabe que no hay soldados que custodien nuestra puerta, así que hemos decidido salir todos juntos a la calle y dirigirnos hacia intendencia para intentar averiguar cual es la situación real.

Hemos llegado a la conclusión de que si vamos todos juntos tenemos menos posibilidades de que los militares nos disparen.


miércoles, 5 de febrero de 2014

Creo que todo se está viniendo abajo.

Ayer por la noche vimos a través del escaparate de la tienda como un grupo de soldados acababan con la vida de tres civiles. Aunque por la manera en que se movían estos ninguno de nosotros creemos que aun fueran humanos.

Aquí a dentro casi todo el mundo está rezando en sus habitaciones.

Yo no he querido decir nada, pero desde ayer, ya no hay soldados custodiando la entrada de nuestra nave.


martes, 4 de febrero de 2014

A fuera se oye mucha actividad, me refiero a disparos y gritos.

Desde las ventanas del escaparate de la tienda se ven muchos soldados armados corriendo de un lado a otro.

A través de los cristales he oído que se ha decretado un toque de queda permanente, ningún civil puede salir a la calle, sólo personal militar.

De momento aquí a dentro no ha enfermado nadie más.


lunes, 3 de febrero de 2014

Nos acaban de traer varias bolsas de pan, de pan duro, aunque eso creo que nos ha dado igual a todos. Desde las siete de la tarde más o menos se están oyendo disparos de manera más o menos continuada.


Las cosas se están poniendo muy feas. Esta mañana no nos han traído el desayuno y tampoco nos han traído la comida.

Aquí a dentro se escuchan todo tipo de improperios hacia los guardias que custodian la entrada.


Seguimos en cuarentena, aquí nadie sabe nada.

Esta noche se han oído varios disparos dentro de el complejo. No puedo saberlo con seguridad pero creo que ha sido dos o tres naves más allá.


domingo, 2 de febrero de 2014

Esta toda nuestra nave en cuarentena, no nos dejan ni salir ni entrar a ninguno de nosotros. Dicen por los pasillos que los tres han dado positivo.

No tengo suficiente confianza con ninguno de ellos como para preguntar o entablar una conversación. El ánimo está muy decaído y la gente se ha quedado cada uno en sus respectivas habitaciones. Parece que ahora todo el mundo desconfía de todo el mundo y nadie quiere relacionarse con otros que no sean los de su familia.

La comida nos la han traído guardias con trajes de protección biológica.


sábado, 1 de febrero de 2014

Hace tan solo un rato ha entrado un grupo de militares ataviados con trajes de protección biológica y se han llevado a Revilla, a su mujer y a otro hombre.

Yo no he visto nada, pero por si los rumores que por aquí corren son ciertos, la mujer de Revilla se ha resistido y a atacado a uno de los guardias.


viernes, 31 de enero de 2014

Esta mañana no hemos trabajado. Cuando he acudido al taller me han dicho que Revilla, que había pasado por allí hacía una media hora hacía cara de enfermo y se ha vuelto con su mujer.


jueves, 30 de enero de 2014

Esta mañana he tenido una reunión con el Administrador, sigo sin entender porqué todo el mundo le llama Administrador en lugar de Administradora.

Me ha preguntado sobre como me encontraba y que me parecían mis nuevos compañeros, a lo que le he respondido que muy bien. Que trabajo duro todos los días pero lo hago con agrado y por voluntad propia.

Luego me ha dado las malas noticias y estas son que llevan varios días sin poder contactar con la plataforma donde estaba mi hermana. También me ha dicho que esto no tiene porqué significar que haya pasado nada malo, solamente que por deferencia a mi pues quería que estuviera al corriente de la situación.

No se que pensar ni como se supone que me tengo que sentir.

miércoles, 29 de enero de 2014

Esta mañana he ido a la oficina del administrador, pero no había nadie, un chico vestido de civil que se ha presentado como el secretario de la administradora me ha dicho que vuelva mañana a la misma hora, ya que hoy la Sra. Administradora estaría todo el día ocupada.

Le he preguntado si el sabía de que se trataba, pero me ha dicho que no.

Mañana volveré. Espero que sea para decirme que han encontrado a mis padres.

De momento me vuelvo al taller.


martes, 28 de enero de 2014

Otro día duro de trabajo, pero por extraño que parezca me gusta.

Al llegar a mi cuarto, bueno de hecho esto no es ningún cuarto, es parte de la exposición de una tienda de muebles, he encontrado una nota encima de la cama donde se me cita mañana a las 9 a.m. en la oficina del Administrador.


lunes, 27 de enero de 2014

Nunca pensé lo reconfortante que puede llegar a ser trabajar en equipo.

Es extraño, pero aún con todo el esfuerzo que hago, nunca había descansado mejor que ahora.

En el taller ahora estamos convirtiendo unos armarios correderos en mesas de escritorio.


domingo, 26 de enero de 2014

Ahora se lo que es una barrena, un berbiquí y una caja a ingletes. También conozco la diferencia entre una escofina y un éscoplo .

Nuestra tarea, aunque dura, es muy sencilla. Montamos muebles y luego los llevamos a otras naves.

Pepe es un hombre muy agradable, tiene cuarenta y tres años y también es andaluz como Revilla. Él vive en esta misma nave con su mujer. Se que tiene dos hijos mayores, pero no me ha querido contar nada más de ellos y a mi me da corte preguntarle.


sábado, 25 de enero de 2014

Lo peor de vivir aquí creo que es el horario, no acabo de acostumbrarme a tener que levantarme tan pronto. Lo mejor creo que es el trabajo, en fin, no se como explicarlo, pero el tener que trabajar todo el día me hace olvidar lo que hay detrás de las alambradas.


viernes, 24 de enero de 2014

Esta mañana he estado montando muebles con Pepe y dos personas más. y por la tarde los hemos llevado hasta otra nave.

Tengo las manos llenas de callos y tengo una astilla clavada en un dedo.

Antes de ayer, estuve deambulando por la base de aquí para allá buscando un pretexto para no volver a la nave con los otros chicos. Caminé y caminé sin destino hasta que se hizo tarde. Un cuarto de hora antes del toque de queda, mis pasos me habían llevado hasta aquello que debía ser mi hogar y que tan mala vida me estaba dando.

Con miedo en el cuerpo y con el recelo de llevarme una nueva paliza me acerqué a la puerta con el cargador solar de mi hermana en una mano y la tablet en la otra como ofrenda de paz hacia mis compañeros. Sólo me quedaba la esperanza de que entregándoles este activo me dejaran en paz por lo menos durante unos días.

Al llegar a la puerta de la nave suspiré hondo y entorné la manecilla hasta que esta se abrió. Tras ella me estaban esperando dos guardias civiles ataviados con sus característicos trajes verdes. Al entrar, alzaron la vista y uno de ellos me preguntó que si mi nombre era Daniel Úbeda, a lo que yo contesté afirmativamente. Me dijeron que tenían una orden de traslado y que cogiera mis cosas de inmediato. Yo, bajé la mirada hasta mis manos y mostrándolas les dije que sólo tenía eso. Se pusieron en pié y señalando hacia la puerta me dijeron pues entonces nos vamos ya.

Me dirigí hacia afuera mientras una última mirada a mis compañeros delataba a un Sergio de mirada confundida y a un coro de infames convecinos que clavaban sus ojos sobre mi y sobre las pertenencias que tenía en mis manos.

Los guardias me acompañaron hasta otra nave que estaba situada en el extremo opuesto de la base, en realidad se trataba de una tienda de muebles. Al entrar preguntaron por el Sr. Revilla a un grupo de gente que se hallaban sentados en el suelo y que interrumpimos cuando estaban contando historias. Un par de minutos después se personó un señor de mediana edad un tanto rechoncho. Al verme me dijo tu debes ser Daniel, tranquilo, aquí estarás bien. Aunque esas palabras ya las había oído antes, en mi corazón se encendió una pequeña luz de esperanza.

Los guardias le dijeron a aquel hombre que al día siguiente debía llevarme a primera hora a ver al Administrador.

Acompañado del Sr. Revilla, nos adentramos en el interior de aquella gran nave donde, con los muebles de la exposición y los que, supongo, habían en el almacén, habían improvisado una pequeña comunidad. Finalmente llegamos hasta una especie de habitación juvenil que había en el piso superior. El señor Revilla me dijo que a partir de ahora ese sería mi cuarto. Aquellos armarios, ahora eran para mi y aquella cama nido también. Disponía de todo menos de paredes, aunque la inteligente disposición de los muebles creaban la falsa sensación de tenerlas. Incluso disponía de un escritorio donde había un falso ordenador hecho de cartón.

Revilla tenía aproximadamente unos sesenta años y por su acento y su manera de hablar, se denotaba que era Sevillano.

Me dijo que me acostara ya, porque nave tiene el primer turno de las comidas y había que levantarse a las cinco para ir a desayunar. También me dijo que mañana me presentaría a todo el mundo y que lo pasaría bien allí.

La noche me pasó en un santiamén, fue muy reconfortante dormir de nuevo en una cama de verdad y además desde que dejé la casa de mi abuela no había vuelto a disfrutar del confort de un cojín para la cabeza.

Al día siguiente nos levantamos todos a las cinco de la mañana y a las cinco y media ya estábamos desayunando en el comedor. La desventaja de vivir ahora en aquella nave era que, a parte de los horarios, la nave a la que todos llamábamos 'el comedor' quedaba bastante lejos de allí.

Después de desayunar Revilla me acompañó hasta el despacho del Administrador, donde esta vez en ves de estar aquella señora se encontraba la Cabo Vila. Me explicó que estaban al tanto del altercado que había habido con mis anteriores compañeros y que por eso me habían trasladado. Revilla, que había entrado al despacho conmigo, le dijo que descuidara que ellos cuidarían bien de mi y le anunció que tenía previsto ponerme con el equipo de montaje esa misma mañana.

Al salir del despacho, me puso la mano en el hombro y me preguntó que si había hecho alguna vez de carpintero. A lo que le contesté que yo todavía estaba en el instituto.

Volvimos hasta la gran tienda de muebles donde había pasado la noche anterior, nos adentramos en su interior y mientras íbamos avanzando por los pasillos Revilla me iba presentando a todos los que nos encontrábamos. Finalmente llegamos a la parte de atrás del almacén y buscamos a un tal Pepe, al que encontramos trabajando en el montaje de una gran buaserí de nogal. Revilla le dijo que le traía ayuda señalándome a mi.

El resto del día lo pasé con Pepe anudándole a montar aquella buaserí y varios muebles más.

Creo que me gustan mis nuevos compañeros.

miércoles, 22 de enero de 2014

Ahora vengo de la enfermería, esta mañana cuatro de los que se suponen son mis compañeros de casa más un quinto que no había visto nunca y que supongo debe vivir en una de las naves cercanas, con desidia y por aburrimiento me han propinado una soberana paliza en medio de la calle.

Cuando ha gritos, he pedido ayuda, no ha intervenido nadie y las personas que habían allí cerca y que viven en las otras naves se han metido en sus correspondientes guaridas ignorando mi socorro.

He pedido a la enfermera que me ha atendido, una militar que vestía ropa de guerra, que por favor no me mandaran más a aquella nave. A lo que ella me ha contestado que no aquello no estaba en su mano, pero que daría parte de lo ocurrido a su superior.

Tengo miedo de volver a la nave.


martes, 21 de enero de 2014

¡Estoy harto, quiero salir de aquí!

Esta mañana Jesús y otros dos me han acorralado en el interior de la nave y me han quitado a Sape. Han tirado el bote de cristal contra el suelo y luego han pisado a mi amigo quitándole la vida. Jesús me ha dicho que eso era por culpa mía, por haber perdido el cargador.

Me gustaría poder salir de aquí, mis compañeros no son mucha mejor compañía que los monstruos que hay allí afuera.


lunes, 20 de enero de 2014

Esta mañana ha sido interesante, Sergio nos ha comunicado durante el desayuno que tocaba cambio de ropa. Así que después de desayunar hemos ido junto con la gente de otras nueve o diez naves distintas hasta una nave más grande que había unas cinco o seis calles de la nuestra. Allí y entrando por turnos, hemos ido pasando y nos han dado ropa limpia. No era ropa nueva, pero por lo menos estaba limpia y olía bien. Nos hemos cambiado allí y nos han obligado a dejar la ropa que llevábamos, supongo que la lavarán y se la darán a otro.

Es muy reconfortante vestir nuevamente ropa limpia, sobre todo interior.

En otro orden de cosas, tengo un nuevo amigo. Se trata de una pequeña lagartija que he cazado. La he puesto en un bote de cristal, a la que previamente he hecho unos agujeros en la tapa. Así podrá respirar Sape, que es el nombre con el que he bautizado a mi pequeño amigo verde.


domingo, 19 de enero de 2014

Me he robado a mi mismo la tablet y el cargador.

Como los otros chicos de la nave creyéndose en propiedad de mis cosas, ya habían establecido turnos para usar el cargador solar, no me ha quedado más remedio que adoptar medidas drásticas. De hecho y a razón de ese reparto yo podía hacer uso de mi cargador si no lo he entendido mal seis horas cada cuatro días y medio o algo así, en fin, una locura.

Así que he escondido la tablet y el cargador en un camión de reparto desguazado que hay aparcado a unos cincuenta metros de la nave donde dormimos.

Les he dicho que había dejado la tablet y el cargador en el suelo cerca de la puerta de la nave porqué allí daba más y mejor el Sol y que he ido al lavabo y al salir ya no estaban.

Al principio se han cabreado entre sí y han acusado a Esteban, uno de los que duerme aquí dentro conmigo y luego me han echado la culpa a mi y uno de ellos me ha empujado y tirado al suelo.

Ahora estoy dentro de la cabina del camión desguazado, en cuclillas porqué no hay asientos escribiendo esto. He de vigilar que no me vean o me huelo que me llevaría una buena paliza.


sábado, 18 de enero de 2014

A penas me queda batería en la tablet para poder escribir hoy algo. Los otros chivos han descubierto que tengo un cargador solar y me obligan a compartirlo con ellos. Y digo compartirlo por decir algo porqué la verdad es que se pasa casi todo el día conectado a sus teléfonos.

Sobre el tema de mi herm

viernes, 17 de enero de 2014

Este mediodía mientras estábamos en el comedor ha venido la cabo Vila y me ha dicho que han encontrado a mi hermana, está en la T9.

De mis padres no sabe nada. Le he preguntado que si podía verla y con una voz socarrona me ha dicho que por ahora no.

Creo que este es el mejor día de mi vida o por lo menos uno de los mejores. Estoy super contento y preocupado a la vez. Me ha tocado otra vez fregar y barrer pero no me importa, ¡mi hermana está viva!


jueves, 16 de enero de 2014

Llevo trabajando toda la mañana. Sergio a primera hora me ha dado una escoba, un recogedor, una fregona y un cubo y me ha dicho que hoy me toca a mi. Lo he tenido que barrer todo y luego fregar. Me parece que me están tomando el pelo o algo así, porqué  los otros días yo no he visto que nadie de aquí fregara ni barriera.

Me duelen las manos y los brazos, no es nada sencillo limpiar uno sólo, toda una nave industrial.

Hacia media mañana ha llegado uno de los chicos que viven aquí, no recuerdo ahora su nombre, y ha venido con una chica que traía cogida de la mano. Me ha dicho que me 'pirara' y se han encerrado los dos en el lavabo.

Como un cuarto de hora más tarde, han salido sonriendo los dos de la nave. Yo entonces estaba en la puerta de entrada tomando el débil sol de enero. El chico este se ha acercado a mi y cogiéndome por la camisa me ha dicho que como abriera la boca me la partiría.

Al parecer esto de amenazarme se está convirtiendo en una costumbre.


miércoles, 15 de enero de 2014

Sergio parece buen tío, no es fácil hacerse amigo de él, porque no es muy hablador. El resto de chicos de la nave creo que me caen bien a excepción de uno que se llama Jesús que es un prepotente de mierda.

Hay más naves como la nuestra, me refiero a que todos son chicos. También hay naves de chicas, pero no están en este lado de la base. No hay ninguna nave con chicos y chicas a excepción de las que hay familias juntas.

Sergio me ha dicho que si mi familia está aquí te iré a vivir en donde estén ellos, pero todavía no se nada de su paradero.

Por lo visto esta tarde vamos a hacer un partido de fútbol contra los de otra nave. Ya les he dicho que a mi no se me da muy bien. Me han dicho que yo seré el portero y que como me deje meter un gol me partirán la cara. Cuento con que sólo se trate de una broma.

Durante el día nos dedicamos a no hacer nada. Dormimos en la zona que antes eran oficinas. Afuera está todo lleno de cajas de cartón abiertas y una inmensidad de objetos de diferente índole. Está claro que han abierto todos los paquetes que habían en esta empresa de transportes.

Cuando es la hora de las comidas vamos siempre a una nave mucho más grande que hay dos calles más atrás. La comida es horrible por no hay otra cosa.


martes, 14 de enero de 2014

Ayer estuve con Sergio, es un chico agradable, no es muy hablador, pero es atento. En esta pequeña nave industrial en total somo siete personas. Todos somos chicos. A excepción de Jaime, creo que todos los demás son un poco mayores que yo. No hay ningún adulto.

Sergio por decirlo de alguna manera es nuestro interlocutor. Cualquier cosa que necesitemos la tenemos que pedir siempre a través de él. Pero ya me ha explicado que no hace falta que pida mucho porqué "los verdes" no conceden nada.

Él está aquí desde el principio. También me ha dicho que las normas no son tontería y que se rumoreaba que hacía tan sólo un par de días los mandos habían abandonado a un par de personas conflictivas a su suerte.

Sergio me hizo hincapié en que no debía salir bajo ningún concepto fuera de la nave tras el toque de queda si no quería que un guardia me 'volara el culo'.

De todas las cosas que me dijo me quedo con la de ...chaval, bienvenido al final del mundo'.


Hoja de normas para el personal civil de la base:

Estas normas deben acatarse por todos y cada uno de los miembros de la base. La desobediencia y/o la incitación a esta será severamente castigada:

Determinadas actitudes supondrán una falta leve.
Las faltas leves serán castigadas con con la supresión de las libertades individuales.
Dos o más faltas leves serán consideradas como una falta grave.
Una falta grave puede conllevar la expulsión de un individuo fuera de este colectivo.

Se considerará como falta leve:

  • La manifiesta desobediencia a cualquier orden dada por parte del personal militar a cargo.
  • La ingesta o posesión de bebidas alcohólicas de cualquier tipo.
  • El uso, posesión o contrabando de sustancias estupefacientes de cualquier tipo.
  • Agredir verbalmente a otro individuo.
  • Acceder al interior de otros alojamientos que no sean los propios y que estos no sean de carácter público.
Se considerará como falta grave:
  • Altercados públicos como peleas, disputas o riñas.
  • Agredir verbalmente al personal militar.
  • Agredir físicamente a cualquier persona de este centro.
  • Hallarse en posesión de un objeto manifiestamente de otro individuo.
  • Salir de las zonas delimitadas como zonas seguras.
  • Estar es posesión de armas de cualquier tipo.


    Queda prohibido salir de los alojamientos entre las 20:00 y las 09:00 horas hasta nueva orden.

    lunes, 13 de enero de 2014

    Capítulo 5: Un nuevo amanecer

    Ahora mismo estoy sentado sobre un colchón que hay sobre el suelo. Este según me han dicho es mi nuevo hogar.

    Ayer hable con el Aministrador, bueno, de hecho debería ser Administradora, pero todos la llaman Administrador e incluso ella se refirió a si misma con este nombre.

    Después de tres largos cuartos de hora me hicieron pasar al despacho del Adminstrador. Era un despacho tosco y lleno de papeles por todas partes. Tras entrar en aquel habitáculo una señora de mediana edad alzó sus ojos cubiertos por unas gruesas gafas de pasta de color negro y me dijo: -un momento por favor-.

    Cinco minutos después y armada con un par de folios manuscritos a boli con tinta de color azul, volvió a alzar su vista y me dijo:

    - Bien, ¿te llamas Dani vedad?
    - Sí. Mascullé yo, Daniel Úbeda.
    - Seguro que tienes un montón de preguntas y yo estoy aquí para contestar a ellas, o por lo menos lo intentaré.

    Por alguna extraña razón mi celebro no lograba ponerse de acuerdo con mi boca sobre cual era el orden que debía seguir para soltar las miles de preguntas que me rondaban por la cabeza desde ´que todo esto empezó. Finalmente pregunté:

    - ¿Dónde estoy?
    - Estás en lo que hemos denominado como plataforma T12.

    Me explicó que tras la pandemia las Autoridades Sanitarias Europeas habían decretado la obligatoriedad de recluir a la población sana en núcleos protegidos. Se había decretado el estado de excepción y que había un toque de queda permanente desde antes de Navidad. Sólo en la provincia de Tarragona había un total de 427 plataformas similares a aquella.

    - ¿Están mis padres aquí?

    Encogiéndose de hombros me comentó que hasta que yo le dije mi apellido, desconocían siquiera cual era éste. Pero que luego tendría la oportunidad de averiguarlo.

    También me dijo que por ahora me tendría que quedar con ellos y que allí estaría a salvo, que me procurarían comida caliente, ropa limpia y un lugar donde dormir.

    Torpemente sólo se me ocurrió decirle que no tenía dinero encima para pagar sus servicios. A lo que ella con una mirada a medio camino entre la tristeza y el horror, y que intentó banalmente disfrazar con una tímida sonrisa me dijo que el dinero ya no tenía ningún valor.

    - El dinero ja no importa, ahora sólo importan las personas.

    Perturbado por el significado de esas palabras me quedé unos segundos en silencio, tiempo que ella aprovechó para preguntarme si tenía alguna pregunta más.

    - ¿Es usted quien manda aquí? ¿Cuántas personas hay en esta plataforma?
    - Eso son dos preguntas. Dijo con una sornisa.

    Me explicó que ella sólo ejercía de coordinadora entre las necesidades de la población civil y el ejército. Me explicó que quienes realmente mandaban en las plataformas era el ejercito y los cuerpos de seguridad del estado y me explicó que ahora todas las fuerzas de seguridad estaban bajo el mando del ejército y que por eso no me tenía que parecer extraño si veía en una misma unidad personal de los Mossos d'escuadra, Policía Nacional, Guardia Civil o incluso Guardia Urbana. - Ahora todos trabajamos juntos - añadió.

    - En esta plataforma somos ahora mismo más de 700 personas. Pero hay plataformas mucho más grandes como las de Terres de l'Ebre donde hay más de 5000.

    Suspiró y se quitó las gafas, se frotó aquellos ojos que denotaban un cansancio mayúsculo y mucha falta de sueño mientras me dijo, que la tendría que perdonar, pero que estaba muy ocupada. Levantó la voz y exclamó -¡Cabo!-. No pasaron ni dos segundos cuando entró por la puerta una chica de unos treinta años que vestía ropa militar, era pelirroja, tenía el pelo rizado y llevaba lo  llevaba sujeto con una goma elástica que se lo recogía en forma de cola.

    - La Cabo Vila te acompañará hasta tus nuevas dependencias, y también te enseñará donde puedes averiguar el paradero de tu familia.

    Cogí mis cosas, me levanté y le di las gracias. Me hubiera gustado hacerle como unas cinco mil preguntas más, pero estaba tan aturdido y abrumado por la situación que no lograba organizar mis pensamientos.

    La Cavo Vila, que también tenía un semblante cansado, me acompañó desde aquel edificio hasta un edificio cercano. Al salir al exterior, me di cuenta de que aquella plataforma T12, en realidad, era un polígono industrial, un polígono donde ahora habían improvisado un nuevo asentamiento humano.

    Cinco minutos después habíamos llegado a una especie de almacén logístico que ahora habían reconvertido en vivienda. Al llegar me presentó a Sergio, un chico joven que quizá tendría unos tres o cuatro años más que yo y que al parecer era quien mandaba en ese edificio. Luego subimos unas escaleras y atravesamos una zona de oficinas donde ahora habían colchones estirados en el suelo y restos de comida.

    Me dijo que podía dejar mis cosas allí. Luego me preguntó el nombre de mis padres al que yo además añadí el nombre de mi hermana. Se los apuntó en un papel que guardó en uno de los bolsillos de su guerrera y me dijo:

    - Si tienes alguna pregunta, puedes hablar con Sergio, el te ayudará en lo que necesites. Te explicará como funciona lo de las comidas y todo lo demás. Aquí tenemos unas normas. Normas que nadie, absolutamente nadie puede transgredir ¿lo has comprendido?
    - Sí -. Asistí con la cabeza.
    - Si tienes algún problema con Sergio puedes ir al edificio de donde hemos venido y preguntar por la Cabo Vila.

    Luego me extendió un papel mecanografiado y me dijo que esas eran las normas, que no lo perdiera y que fuera buen chico y me advirtió que no me metiera en líos.


    domingo, 12 de enero de 2014

    Por fin me han devuelto mis cosas. Ahora mismo estoy esperando frente al despacho del administrador.

    Han pasado muchas cosas durante estos últimos días, quizá tantas que no soy capad de recordar.

    * * *

    Cuando la desesperación y congoja habían hecho mella en mi, arrojé la toalla y creí que todo estaba ya perdido. Un sinfín de gritos y arañazos se escuchaban tras las paredes cuando, de repente, oí lo que desde un principio, creí un disparo. Luego otro y pronto muchos, muchos más. En cuestión de tres o cuatro minutos cesaron los disparos y con ellos el inconfundible ruido de la muerte acechándome en manos de esa jauría de monstruos. Luego llegó el silencio y de golpe y porrazo alguien o algo tiró con un golpe brusco la puerta de casa de la abuela al suelo.

    Bajé corriendo las escaleras que comunicaban la planta baja con el piso superior con lagrimas en la cara y gritando - ¡papá!, ¡mamá! - pero no eran ellos. Un grupo de ocho personas ataviadas con ropas militares y máscaras irrumpieron en el hogar de mi abuela.

    En ese momento me di cuenta que un tipo alto, con una cazadora y capucha de color verde caqui y que portaba un fusil me estaba apuntando directamente a la cara. Frené de golpe mientras nuestras miradas se cruzaron y entonces, me quedé quieto, inerte y sin saber como reaccionar.

    Un par de segundos después, una voz femenina me decía -¡Eh, chaval!, ¿Estas sólo?- Yo giré la cabeza hacia ella pero no supe que contestar. ¿Me estaba preguntando si yo vivía solo o se refería a los monstruos? no tenía idea de donde estaban ahora ni porqué me lo preguntaba a mi.

    Justo entonces entró otro tipo más corpulento. Al entrar este los demás se hicieron a un lado. Se acercó lentamente hacia mi, me puso la mano sobre la cabeza y frotándome el pelo bruscamente me dijo, - Vaya pollo has montado -. No supe que contestar, de hecho ni siquiera sabía quien era esa gente. Ese hombre se dio la vuelta y mirando a sus compañeros les dijo, - Esta bien, nos lo llevamos -.

    Lentamente volvió hacia afuera mientras daba instrucciones a otro de ellos para que llamara a "Contención" para avisarles de que les llevaban a un chico.

    Nuevamente la voz femenina se volvió a comunicar conmigo y me dijo, - tienes un minuto para coger tus cosas -. Eso si lo entendí, lo que no sabía era donde me llevarían, pero en ese momento me daba igual, cualquier lugar del mundo en ese momento sería mejor que aquello.

    Cogí la tablet, mi cartera, mi teléfono móvil que hacía días que ya no tenía batería, el cargador solar de mi  hermana y un par de jerséis que no eran míos, sino que eran fruto del hurto que había hecho días a tras´en la casa de los vecinos.

    Salí de la casa acompañado por dos de ellos. Al salir afuera me di cuenta de que estaba todo en silencio, no se oía nada, incluso el pitido de la alarma de aquel Volkswagen Golf  había cesado. Sin embargo hago había cambiado y es que ahora estaba todo el suelo lleno de cadáveres. Todos aquellos monstruos que me acecharan hacía sólo un rato, ahora conformaban una macabra alfombra roja de despojos humanos.

    Uno de ellos, creo que fue el tipo más alto, dijo en voz suficientemente alta como para que le oyeran los otros: -Despejado, no queda ninguno.- Un nuevo escalofrío recorrió mi cuerpo cuando pensé en Patricia ¿la habrían matado también? Pero no me atreví a decir nada, por si todavía no la habían descubierto, estaba claro que aquellos hombres si la encontraban no le darían el beneficio de la duda.

    Me condujeron hasta el interior de una furgoneta, habían dos vehículos. Uno, en el que me habían metido a mi, era un furgón de la Guardia Civil, el otro era un vehículo blindado de Prosegur.

    En un par de minutos arrancaron los motores y nos pusimos en marcha. Conmigo viajaban cuatro personas más. Uno de ellos me dio un golpe con su bota para llamar mi atención mientras me preguntó -¿lo de la alarma del coche es cosa tuya?-. Pero le interrumpió otro de ellos diciéndole -Fran, déjale en paz-. Tras un soplido me miró a los ojos y me llamó gilipollas.

    El viaje no duró mucho, no sabía donde me llevaban y en el interior de la furgoneta no se veía nada ya que carecía de ventanas. Más o menos estuvimos circulando entre diez o quince minutos. Finalmente llevamos a destino. El vehículo se detuvo y se abrieron las puertas. Bajé del furgón y ya me estaban esperando dos individuos vestidos con unos trajes de color blanco hechos como de plástico, llevaban capucha y máscaras por lo que no se les veía la cara. Uno de ellos era un hombre y el otro se adivinaba que era una mujer por sus voluptuosas curvas.

    La mujer me cogió mis cosas y se las dio a su compañero. Me miró a los ojos, me pidió que abriera la boca y sacara la lengua. Luego regresó a mis ojos apuntándome con una de esas linternas de médico que te obligan a dilatar las pupilas mientras que con la mando me levantaba el párpado hacia arriba. Me preguntó que como me llamaba a lo que rápidamente contenté -Dani-.

    - Bien Dani, te vamos a llevar a un sitio que le llamamos cuarentena. Allí estarás a salvo. Seguro que tienes un montón de preguntas, pero todo a su momento. Cuanto termines la cuarentena te devolverán tus cosas.
    - Gracias. - Le contesté y me llevaron al interior de un edificio colindante, allí dentro estaba lleno de puertas y pasillos. Me llevaron hasta una habitación que tenía pinta de despacho y donde había un colchón tumbado en el suelo y una palangana.

    - Luego te triarán algo de comer - me dijo el hombre y cerro la puerta tras de mi encerrándome con llave en aquel habitáculo.

    * * *


    No ha sido hasta esta mañana que me han dejado salir, me han dado ropa limpia junto con mis cosas y me han traído hasta aquí.


    miércoles, 1 de enero de 2014

    Llevan horas aporreando la puerta de entrada, creo que las bisagras empiezan a ceder.

    He mirado desde la terraza de la habitación de la abuela, pero afuera hay veinte o treinta de esos monstruos. ¡Estoy atrapado!

    Mamá si algún días puedes leer esto quiero que sepas...

    * * *

    Un momento, creo que, creo que eso son disparos...
    ¡Tengo que salir de aquí!


    Saben que estoy aquí y quieren entrar dentro. Han roto los cristales de las ventanas. Espero que las rejas aguanten.


    ¡Están en el jardín, han tirado la valla al suelo!


    Estoy tras las cortinas en la habitación de mi abuela, la que da a la calle. Hay un montón de monstruos arremolinados frente la alambrada. No sabría decir cuantos hay ya, todo está muy oscuro.