domingo, 9 de febrero de 2014

No quería hacerlo, la verdad es que me daba pánico y miedo entrar de nuevo en el garaje para ver el cadáver de aquella chica atado aún a la camilla. De hecho siempre creí que tras mi accidentada salida de esta casa hacía unas semanas, aquellos soldados la habrían encontrado y disparado matándola como al resto de sus congéneres, pero nada más lejos de la realidad.

Sigue viva, o mejor dicho, sigue muerta, bueno, no sabría bien como definirlo, lo único que puedo decir de ella es que sigue exactamente igual, es bastante evidente que desde mi marcha no ha comido ni bebido nada. Aunque esto, en su nuevo estado,  parece no afectarle en absoluto.