jueves, 13 de febrero de 2014

Ayer estuve saqueando, sí, creo que esa es la palabra correcta: saquear, las casas de los vecinos, bueno, por lo menos aquellas a las que pude entrar, hay alguna que aún no he conseguido acceder. Creo que estoy haciendo un buen trabajo. Han sido ya siete casas en las que he entrado. Bueno, aunque en realidad debería de decir seis y la de la sorpresa.

La sorpresa me la he encontrado en la casa de la esquina de la calle. El método de entrar en ella ha sido el que he seguido con las otras casas. Saltar la valla, mirar si hay alguna ventana o puerta corredera de cristal y romperla. Hasta aquí todo bien, se podría incluso decir habitual, el teme es que dentro de la casa aguardaba una señora anciana que se había convertido en uno de esos monstruos y al oir el ruido de los cristales rotos ha aparecido en la cocina con ojos rojos inyectados en sangre. Por suerte no era muy ágil y me ha dado tiempo a salir a fuera y saltar nuevamente la valla.

Tareas para hoy: Hacerme con un spray o algún bote de pintura o similar para marcar la casa para no volver a entrar en ella.